miércoles, 26 de noviembre de 2008

ANDALUCES DEL FUTURO

He sido seleccionado para optar al I Premio "Andaluz del futuro" en la categoría de Ciencia.

Éste es un premio convocado por el Grupo Jolly y Caja Madrid, que presenta cinco categorías: Deporte, Cultura, Ciencia, Empresa y Valores Sociales. En cada categoría han sido seleccionadas dos personas de cada una de las 8 provincias andaluzas. Ahora será un jurado especialista y los internautas los que decidan quién será el ganador final. Por eso, te pido que entres en la página del premio (http://especiales.grupojoly.com/andaluces_futuro/formulario.php) y votes por mi candidatura sólo si crees que se merece el premio.

Muchas gracias.

martes, 25 de noviembre de 2008

JUAN GOYTISOLO Y ALMERÍA


Juan Goytisolo fue galardonado ayer con el Premio Nacional de las Letras Españolas correspondiente a 2008. El Premio lo concede el Ministerio de Cultura para distinguir el conjunto de la labor literaria de un autor español, escrita en cualquiera de las lenguas españolas, y a mí, en lo personal, me enorgullece que un escritor tan vinculado con Almería y tan comprometido con la época que le ha tocado vivir reciba un premio así.

Él dice que “cuando pasas de los 75, no ambicionas nada. Estoy en absoluta libertad y vivo completamente al margen”, pero no somos pocos los que nos alegramos de que el reconocimiento le llegue en vida, que para los homenajes póstumos están los políticos.

Goytisolo conoce bien nuestra tierra y dos de sus libros más leídos, Campos de Níjar (1954) y La Chanca (1962), están ambientados en nuestra ciudad y provincia. En el primero, el autor narra con maestría, y con guiños que le permiten evitar la censura, un territorio de emigración, de miserias y de pobreza. En el segundo, muestra la radiografía exacta de las estrecheces de un barrio de “clase B” de nuestra capital, en los años sesenta. En éste, el destierro social y el político se conectan con finísimos hilos de genialidad para hilvanar una historia que nos lleva de la mano por las veredas de un trabajo sobrio que lo convierten en el documental de un lugar y un momento concreto.

Por todo lo que nos ha dado, muchas gracias. Y por este premio, muchas felicidades.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

EL GENOMA DEL CÁNCER

El fin de semana pasado, al tiempo que se reunía el G20, en Washington tenía lugar uno de esos encuentros que acaban por estudiarse en los libros de historia, y si no, seguro que en los de ciencias. Y en éste sí que estaba España por derecho.
Nuestro país, junto a otros siete países de todo el mundo, acaba de constituir el Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer, uno de los proyectos de investigación sobre la genómica de los tumores más ambiciosos que ha tenido lugar. La misión de España será secuenciar el genoma completo de más de 500 pacientes aquejados de Leucemia linfática crónica y compararlo con el mapa que ya se dispone del genoma humano con el objetivo de caracterizar las bases moleculares que predisponen a un individuo a padecer esta enfermedad, que afecta a 15 de cada 100.000 habitantes al año.
El coordinador del proyecto en nuestro país será el investigador Elías Campo, del Hospital Clinic de Barcelona, que espera, en un plazo máximo de cinco años y gracias a una inversión de algo más de 10 millones de euros, tener caracterizado un mapa genético para la leucemia. Los resultados obtenidos por nuestro país y por el resto de los países integrantes del proyecto serán publicados en Internet, para que de forma libre y gratuita puedan acceder a él tanto empresas públicas como privadas.
Sin lugar a dudas, en los tiempos que corren, noticias como ésta son un motivo de alegría. Y saber que estamos ahí, que la investigación desde nuestro país aporta su granito de arena a este ambicioso proyecto, un motivo de satisfacción.

lunes, 10 de noviembre de 2008

CUANDO DIOS DESCANSÓ

No cabe ninguna duda de que la juventud no está reñida con la genialidad. Y de dejar constancia de ello se encarga una y otra vez la historia, regalándonos ejemplos de jóvenes brillantes que han aportado al mundo sus más gloriosas obras cuando aún eran adolescentes imberbes en unos casos, incluso pueriles jovencitos, en otros. Pablo Neruda, por ejemplo, apenas había cumplido veinte años cuando se publicó la obra poética más leída de la historia, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. Miguel Ángel ya había esculpido el “Cristo crucificado” a la edad de diecisiete años, y a los veinticuatro había terminado “La Piedad”, que hoy se puede contemplar en la Basílica de San Pedro, en El Vaticano, y que se erige como obra cumbre de una etapa del artista. Y qué decir de Mozart, el niño prodigio por antonomasia, que publicó sus primeras creaciones a los cinco años y que a los catorce ya había sido nombrado maestro de conciertos de Salzburgo y Caballero de la Orden de la Espuela de Oro, del Vaticano.
La ciencia tampoco está exenta de paradigmas de precocidad. James Watson, por ejemplo, tenía sólo veinticinco años cuando estableció, junto a Francis Crick, su famosa doble hélice como modelo estructural para el ADN. Y un ejemplo, quizá menos conocido, pero igualmente notable, lo presenta el estadounidense Stanley L. Miller.
Miller tenía sólo veintitrés años cuando le propuso a su director de tesis realizar un experimento con el que poder demostrar la teoría propuesta unos años antes por el científico ruso Alexander Oparin. Según esta teoría, cuando en la Tierra aún no existía ninguna forma de vida, se habrían producido una serie de reacciones químicas que dieron lugar a los primeros compuestos orgánicos a partir de compuestos inorgánicos, aprovechando la energía de los rayos ultravioleta que incidían sobre la Tierra, las descargas eléctricas que se producían en la atmósfera y la elevada temperatura a la que se encontraba nuestro Planeta. El director de Miller se mostró un tanto escéptico ya que pensaba que el ensayo no podría mostrar unos resultados concluyentes, pero el joven científico insistió y entre los dos diseñaron un experimento cuyo objetivo era simular las condiciones de la atmósfera primitiva. Así, introdujeron en un recipiente cuatro de los que fueron compuestos mayoritarios en nuestro planeta hace miles de millones de años como son el metano, el amoniaco, el hidrógeno gaseoso y el agua. Estos cuatro elementos aportan carbono, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno, necesarios todos para la síntesis orgánica. Posteriormente, esta mezcla fue sometida a descargas eléctricas de 60.000 voltios para comprobar que se habían formado una serie de moléculas tales como ácido acético, glucosa o algunos aminoácidos. Así quedó demostrado el origen inorgánico de las moléculas orgánicas, adquiriendo aquella mezcla de elementos químicos el nombre de “caldo primordial” o “sopa de Oparin”.
Contrariamente a lo que pensaba el director de Miller, el experimento resultó concluyente. Pero de ahí a demostrar el origen de la vida quedaba un largo trayecto. Establecer la línea que llevó a unas simples moléculas a organizarse para formar una célula implica, necesariamente, la elaboración de una serie de hipótesis que deben ser capaces de ligar la aparición de los ácidos nucleicos a la aparición de las primeras reacciones metabólicas. En la actualidad se acepta como válido el conocido como “modelo del mundo de ARN”. Según esta teoría, el ARN –o algún pariente muy cercado a él- fue el primer ácido nucleico que apareció y lo hizo de forma natural y espontánea, como una simple asociación de moléculas que llegó a adquirir la capacidad de autorreplicarse. Posteriormente, algunos lípidos, dadas sus características químicas –cabeza hidrofílica y cuerpo hidrofóbico- se unieron para formar microesferas, que resultaban estructuras mucho más estables, energéticamente hablando. Cuando estas microesferas captaron en su interior a las primeras moléculas de ARN, se puede decir que apareció la primera protocélula, que pudo crecer y reproducirse gracias a la capacidad que fue adquiriendo de transformar la energía externa en energía interna para dar lugar al metabolismo.
El origen de la vida en la Tierra ha suscitado un gran número de campos de investigación a lo largo de la historia. Y no sólo hablamos de campos científicos. Durante mucho tiempo fue la religión quien impuso su teoría creacionista ilustrada en el libro del génesis. Para ella, el séptimo día Dios descansó. Para la ciencia, fue entonces cuando todo empezó.